Todos hemos escuchado sobre como la importancia del desayuno, de beber agua, de la participación del alumno,… al aprendizaje y al éxito académico. Todas estas conclusiones vienen demostradas empíricamente en distintos experimentos en diferentes escuelas. En otras palabras, ¿porque hacemos lo que hacemos?.

En este artículo encontrarás una recopilación de estudios en el ámbito educativo que contribuyen a desarrollar una mejor labor docente.

El cerebro trabaja mientras duerme

En un estudio sobre la memoria se dividió a una clase de estudiantes en dos grupos. El primer grupo debia memorizar una serie de palabras de un nuevo idioma a las 8 de la mañana mientras que el segundo grupo debía memorizarlas a las 8 de la noche. Al cabo de dos días los estudiantes debían realizar un examen del vocabulario aprendido. Los resultados indicaron que los alumnos que estudiaron antes de irse a dormir (segundo grupo) obtuvieron mejores resultados que los que presentaban un mayor lapso de tiempo entre la sesión de estudio y las horas de sueño. – GAIS S. et al. (2006) “Sleep after learning aids memory recall” Learning and Memory, 13 (3). 259-262

En otro estudio un grupo de jóvenes debían aprender una tarea numérica en dos sesiones; una a las doce de la mañana y la otra a las seis de la tarde. Aquellos alumnos a los que se les permitió una siesta de 100 minutos entre las dos sesiones mejoraron sus resultados en la segunda sesión. – MANDER B. A. et al. (2011): “Wake deterioration and sleep restoration of human learning”. Current Biology, 21 (5). 183- 184.

En conclusión, la importancia de dormir bien y acostarse a una hora adecuada influye en la eficacia del aprendizaje. Es recomendable acostarse siempre a la misma hora y no usar ninguna dispositivo electrónico al menos dos horas antes.

Horario escolar: antes o después

En un experimento llevado a cabo en el condado de Wake (Carolina del Norte, EE.UU.) con catorce escuelas de Secundaria entre 1999 y 2006, analizó como afectaba la variación del horario de entrada. Los resultados académicos en matemáticas y en comprensión lectora de aquellas escuelas que retrasaron una horario de entrada una hora fueron mejores que los resultados de las escuelas que lo habían adelantado. EDWARDS F. (2012): “Early to rise? The effect of daily start times on academic performance”. Economics of Education Review, 31(6)

En otro estudio con adolescentes de entre 14 y 18 años un retraso en el inicio de la jornada escolar de solo media hora (de 8:00 de la mañana a 8:30) supuso un incremento del 16% al 55% de los alumnos que dormían como mínimo 8 horas y una mayor motivación y asistencia a clase. Estudios similiares posteriores obtuvieron los mismos resultados. OWENS, J. A., BELON, K. y MOSS P. (2010): “Impact of delaying school start time on adolescent sleep, mood and behavior”. Archives of Pediatrics & Adolescent Medicine, 164, 608-614.

Mientras que en algunos países la hora de inicio de clases es a las 7:00 am en otros las clases comienzan a las 9:00. En conclusión en estos estudios se demuestra la importancia de que los alumnos descansen y se acuesten a una hora adecuada y que el ritmo de vida no impida las ocho horas mínimas de sueño.

La importancia del desayuno

En un estudio dónde se analizo el rendimiento académico de niños y adolescentes que desayunaban con respecto a los que no lo hacían, se observo que los que desayunaban obtenían mejores resultados en tareas escolares de atención, memoria y resolución de problemas; y por lo tanto conseguieron mejores resultados en pruebas matemáticas. ADOLPHUS, K., LAWTON, C. L. y DYE, L. (2013): “The effects of breakfast on behavior and academic performance in children and adolescents”. Frontiers in Human Neuroscience, 7 (425)

En consecuencia, en muchas escuelas se han establecido programas escolares de desayuno para mejorar el rendimiento académico. Además se ha demostrado que un excesivo tiempo entre comidas influye en la capacidad de concentración, lo que justifica la existencia de una hora de recreo para que los alumnos coman algo.

Mantenerse hidratado

En un estudio reciente llevado a cabo por la Universidad de Illinois demostró que un mayor consumo de agua en niños de 8 y 9 años contribuye a un mejor rendimiento de las funciones ejecutivas del cerebro. KHAN N. A. (2015): “The relationship between total water intake and cognitive control among prepubertal children”. Annals of Nutrition & Metabolism, 66 (3) , 38-41

También se sabe que la deshidratación, incluso en pequeñas proporciones, puede perjudicar las capacidades cognitivas relacionadas con la memoria a corto plazo, la percepción visual y el estado de ánimo.

Es importante que se permita a los alumnos y alumnas beber agua cuando lo necesiten (los alumnos pueden llevar una pequeña botella de agua o tener un vaso en el aula) y que la hora del recreo se acompañe la merienda con un vaso con agua mejor que con un zumo, batido u otro refresco.

Participar mejor que escuchar

En un experimento reciente de un grupo de investigadores dirigido por Rosalind Picard probó un sensor que media la actividad electrodérmica (la actividad del sistema nervioso simpático relacionado con la emoción y la atención). Uno de los experimentos consistió en medir durante 24 horas a un estudiante del MIT de 19 años. Los resultados demostraron que la actividad del sistema nervioso durante una sesión de clase con metodología expositiva era similar a cuando un estudiante veía la televisión tranquilamente. – POH, M. Z., SWENSON, N. C. y PICARD R. W. (2010): ” A wearable sensor for unobtrusive, long- term assessment of electrodermal activity”. IEEE. Transactions on Biomedical Engineering, 57 (5), 1243 – 1252.

Esto no quiere decir no usemos metodología expositiva nunca sino que debemos combinarla con otras técnicas para no evitar una sesión de aprendizaje tediosa y aburrida. Otras metodologías que podemos incluir en nuestra clase son flipped classroom, gamificación,…

Numerosos estudios demuestran que el uso de técnicas diferentes a una clase magistral por parte del profesor contribuye a mejorar la asistencia y los resultados de la evaluación.

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